domingo, 24 de mayo de 2015

EL SOPLAO 2015, EL GEMELO Y LAS EMOCIONES




























Allá por el mes de Octubre empezamos la temporada, una temporada cargada de retos deportivos y personales, volver a la universidad, cambio en funciones y horario de trabajo, volver a las largas noches de trabajo. He de reconocer que este factor laboral, si en principio supuso una desilusión importante, un trauma que me hizo pasar días malos y noches en vela, fue el detonante para demostrarme que en la vida hay cosas mucho más importantes que unas condiciones laborales. A partir de aquí me propuse tomarme esta temporada como algo especial, volver a correr tan rápido como creía que podía correr, disfrutar todavía más de aquello que me apasiona, reestructurar horarios, esforzarme en los estudios y sacarlo todo hacia delante. A todo ello sumo algo que cada día es más importante en mi día a día y que son los retos de la gente a la que entreno. Desde aquí vivo mis retos y los de los demás y ÉSTO ES UN VIVIR DOBLEMENTE. 
La temporada hasta el día de ayer, como siempre seleccionando y no corriéndolo todo, pudo describirse como mejor imposible, con 42 años subcampeón regional de Cross, pódium en todos los crosses que hice, profeta en mi Trail Costa Quebrada entrando el primero por la línea de meta, misma ilusión o más en cada día de entreno, fuerzas para seguir levantándome a las 6:15 a correr por los caminos del pueblo pero.... faltaba la guinda y la guinda es el SOPLAO. En el rabillo del ojo siempre lo he tenido en mente, porque es la prueba en la que más me afloran las emociones. El Soplao es un mar de emociones, son las propias, las de Laura y los niños que ya lo viven tan intensamente como yo, las de la gente que entreno, las que uno ve en la prueba y sigue viendo, como ayer, a las 23:30 de la noche, son historias, retos, superaciones. Ayer tuve la suerte de cruzar por tercera vez el primero la línea de meta pero todos los que salimos fuimos ganadores. En fin que esta prueba me saca todo lo que para mí supone el deporte y todo lo que lo quiero.
Como habréis visto durante la semana  no pude escribir, un gemelo me llevó por la calle de la amargura y me robó el poco tiempo que me queda, en ir a visitar al Doctor Ceballos, Kali para los amigos, y visitándole durante más de 20 años, sí puedo decir que es amigo y de los buenos, de hecho mi segunda llamada de ayer, después de mi madre fue para él. Todavía el viernes salí de allí a las 10 de la noche y no plenamente convencido de que el gemelo me fuera a resistir toda la carrera. 
Trato de que en la línea de salida desaparezcan todos los males y ni corto ni perezoso tomé el mando de la prueba desde la traca inicial, en la carrera a pie quería refrendar todo lo que he corrido este año, salía con intención de sacar la distancia suficiente para hacer una bici tranquila y me salió todo perfecto. En las rampas iniciales, la más dura, el gemelo respondía pero en las bajadas aparecía un tímido dolor que poco a poco se fue agravando pero sin llegar a limitar en exceso la marcha, lo que sí limito fue mi voluntad para llegar dentro del pódium del maratón de montaña. Participaba en la COMBINADA pero disputábamos la prueba a la par que los del Maratón de Montaña y hasta mitad de prueba fui con los dos primeros, a partir de aquí las crecientes molestias hicieron que me centrara sólo en lo mío y me colé cuarto en la maratón con 4h11' y 30' de ventaja sobre el segundo de la COMBINADA. La verdad subiendo me encontré perfecto y bajando mejor que nunca pero todavía peor que los demás, quiero pensar que las molestias también hicieron su labor jaja. La carrera es preciosa, dura, con un poco de todo y un momentazo en el Toral, la subida más dura en el kms 33. Sabía que allí iban a estar Oscar y los niños para darme los bastones y sus ánimos, pero no sabía que llevaban un campano de esos de las Tudancas y que ya desde lejos le oía a Marcos con él. También en ese punto me encontré con Iván, al que he entrenado para la Ultra, con más de 100 kms en las piernas y todavía 18 para terminar, con calambres y todo lo que se lleva ya en ese km. Oirle animarte a mí como un poseso me puso los pelos de punta y es algo que me guardo en la memoria. Iván iba acalambrado y en octava posición, después de haber ocupado puestos de honor durante mucha parte de la carrera, correspondí con más ánimos y con la frase de no queda nada Iván, estira un poco arriba y todo para abajo. Llegó octavo y nos dimos un abrazo muy sentido en la meta ¡Qué alegría Iván! A partir de ese km ya vamos todos jodidos y yo con la mente en la bici. Transición rápida, con lo imprescindible y a la bici, sin calambres, buenas piernas y un susto al subir la primera rampa, la bici no me cambia ¡Me cagüen el cambio y su p....  ! Me pasé 10' en la campa de Ucieda buscando la carpa de los mecánicos, sin poder dar un paso por los cientos y cientos de Bikers que había. Nada, esta vez no era el sitio donde se colocaban lo mecánicos, di una patada al cambio y pude subir el Moral, tranquilo y mal del estómago. Llegando a la cumbre buscaba sitio para éso que ya empezáis a pensar, que no a oler, y me dí cuenta con gran vergüenza, que el matorro más alto no pasaba de los 20 cm. Igualmente no dejaba de pasarme por la cabeza ¿Y ahora cómo me pongo yo en cuclillas? se me puede subir todo. Bueno no voy a entrar en más detalles, porque puede empezar a oler, pero la foto pudo haber sido buena. Bajé el Moral y justo en la salida paré en la carpa de Specialized, con Berto, mecánico al que siempre le llevo la bici, fue rápido y no tuve más problemas, nada más que después de bajarme y subir a la bici de nuevo se me acalambró un poco todo, pero negociando y negociando se fueron pasando y a partir de aquí todo fue rodao y quizás con las mejores sensaciones del día. Sinceramente, gracias a Dios no lo necesité, pero creo que si me hubiera hecho falta un arreón en las rampas más duras del Negreo habría respondido con solvencia. Seguramente el pasillo de gente y toda la familia gritando en la primera rampa debe hacer su efecto y además fue aquí donde Oscar me informó de que Julio había hecho tercero en la BTT. ¡Espectacular! los tiempos que me pasaba en los test eran muy muy buenos pero en su primera participación, hacer pódium era algo que no pensábamos. 
Bueno pues la bajada del Negreo me la tomé con mucha cautela y ya disfrutando de mi tercer título en la COMBINADA. ¡Parece fácil, pero ya os digo que no lo es! Hay mucho esfuerzo detrás.
Hoy ha sido un día de felicitaciones, de buen sabor, de descanso de charla con los pupilos y de una pregunta que todavía me cuesta contestar. Todavía no sé cómo aguantó el gemelo porque ando cojo perdido, inflación, dolor y un hematoma de los buenos. Me voy a la cama FELIZ de lo ayer vivido y con la clara intención de volver al SOPLAO mientras el cuerpo responda y por supuesto dedicando todo ello a mi Madre, a Laura, a los niños (totalmente enchufados a esto del Soplao), a mi hermano y a Papá.
Por último a las 23:30, cuando ya me recogía, cansado y cojo, vi llegar a un Biker de unos 50 años, cruzar la línea de meta y echarse a llorar abrazado a su mujer ¡EL SOPLAO ES MUY GRANDE!

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