Las intermitencias en las entradas del blog resumen un poco lo que ha sido el verano deportivamente hablando. Sin objetivos claros en la cabeza me he limitado a salir cuando he tenido ganas y a descansar cuando el día se torcía lo más mínimo por múltiples razones tiempo, ganas, meteorología, otras labores, trabajo y quehaceres en general. Sin competiciones que me motivasen tanto como para romper el miedo de rodar en pelotón o tirarme por bajadas técnicas he tratado de sacarme dos espinitas que tenía clavadas. La primera ya salió en la última entrada, bajar de 23' en Alisas. A un 80% en mi estado de forma lo he dejado en 22'55'' y calculo que mi tope en un día excepcional sean unos 30'' menos. El día que lo conseguí se lo dije a Juanjo: "me parece que con ésto ya he cumplido esta temporada". A partir de aquí sólo me quedaron ganas para pasar un día de los 200km. Este año sólo un día llegué a 198km y acabar la temporada sin llegar por lo menos una vez a los 200, pues como que no. El sábado día 1 Miguel Angel, Juanjo y yo salimos de casa con la clara intención de no regresar sin ver los 200 km en los cuentakilómetros y para ello nos dimos la vuelta por Palombera, Reinosa, Corconte, La Matanela, San Pedro del Romeral, La Braguía, San Martin y para casa. 203 km.Objetivo conseguido.
Desde el día 3 estoy descansando, con alguna caminata poscena y una gran marcha el domingo pasado hasta el Pico Urriulu o Naranjo de Bulnes. De Pandébano al Naranjo casi 15km de pura espectacularidad. Yo salí a un ritmo frenético para llegar a la base y volver en busca de Ricardo pero él iba en cabeza de grupo junto a Maruco, así que en mi regreso tampoco tardé tanto en encontrarmele. En la bajada mis pensamientos se centraban en que dentro de unos 4 años, Ricardo ya me va a acompañar vaya al ritmo que vaya pero después de encontrarme con él y hacer el resto de la subida juntos, lo más duro, me quedó muy claro que dentro de unos 4 años el que va a tener problemas para seguirle voy a ser yo. A mi ya me pesaban un poco las piernas y el ritmo de subida no bajó mucho del que hice primero. En la bajada más de lo mismo, yo marcando ritmo y él sin soltarse lo más mínimo. Los últimos metros los hicimos corriendo y la gran diferencia fue que al día siguiente yo tenía unas agujetas de caballo y él estaba como una rosa. Ver que disfruta haciendo deporte y caminando por la montaña me llena de felicidad.
Ésta semana no he hecho nada que no sea trabajar. Me toca todo el mes de tarde en la zapatería y salgo de lo mío a las 4 para estar a las 5 vendiendo zapatos. Me parece que mañana madrugo y que la semana que viene ya toca hacer algo. Tengo muchas cosas en la cabeza.
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